LEWIS & MARTIN

Hace un tiempo que tengo algo abandonado este espacio. Y claro, todo tiene sus consecuencias, o lo que hacemos en esta vida tiene su eco en la eternidad como decía el chuloplaya de Russel Crowe en la sobrevalorada Gladiator. Anoche, sin ir más lejos, se me apareció en sueños Jerry Lewis para exigirme que escribiera sobre él. En el sueño yo estaba en un examen (al contrario de lo que demanda la convención no estaba en ropa interior) y se me exigía que escribiera la biografía del actor en inglés. Me levanté entre sudores y espasmos, con el corazón galopando veloz y la mente obsesionada con una idea: escribe sobre Jerry, escribe sobre Jerry, escribe sobre Jerry... El terror que me acechó probablemente no se deba a que Lewis sea uno de los actores cómicos más inaguantables de todos los tiempos (lamentablemente el tiempo y una generación de Adam Sandlers, Jim Carreys y Ben Stillers relativizan la última sentencia) sino a que se abra una puerta a una nueva forma de tortura donde los siniestros protagonistas de este blog me acechen entre sueños, demandando su inclusión en este modesto y excepcional espacio. Sólo de pensar en que Arnold Schwarzenegger puede venir entre sueños tiemblo, y aún más al pensar en que le acompañen Joan Crawford, Jim Morrison o Andy Warhol, por nombrar a tres personajes que me dan más pavor que Charles Manson y John Gacy juntos. Por lo que pueda pasar en el futuro me dispongo a hablar de Jerry. Y si un día pasa mucho tiempo sin encontrar una entrada mía pregúntense si tal vez he sido devorado por uno de los invitados sin cena que me encontró desprevenido en un sueño.

Y hablaré del cómico, pero sobre todo de su relación con su compañero y enemigo íntimo, el glorioso Dean Martin, una de las asociaciones más deliciosamente perversas del mundo del espectáculo... Martin llevaba poco tiempo en el negocio musical cuando conoció a un artista judío nueve años menor que él. Jerry Lewis tenía 20 años entonces y en 1946 se unieron como pareja artística. Fueron promocionados como los nuevos Abbott & Costello y pronto empezaron a cobrar una enorme popularidad gracias a sus apariciones en la radio, TV y a sus shows en clubs nocturnos. El joven Lewis era la estrella de la pareja, el gracioso idiota frente al guapo bobo que ejemplificaba Dean. Lewis llevaba además las riendas del negocio, tomando las decisiones artísticas mientras Dean pasaba de todo, como le gustaba hacer en su particular nihilismo epicureo. En 1949 firman un contrato con la Paramount que les tendrá atados hasta 1957, dejando en el camino 10 películas terribles.

En el camino crecen las tensiones en el dúo. La figura de Dean se presenta borrosa e impersonal, y sigue esperando a tener la oportunidad de lanzar su carrera musical en solitario. Las actuaciones se van convirtiendo en ataques directos, realzados por el caracter difícil de Lewis y el pasotismo de Martin, quien se presenta a última hora antes de las actuaciones. En una relación masoquista que ríanse de Lennon y McCartney Lewis comienza a reducir los diálogos de Dino, convirtiéndolo en un mero objeto decorativo en el escenenario. Para colmo de males, a Dean le llega el éxito musical en solitario en el año 1955 gracias al disco Memories Are Made of This, lo que despierta los celos de su histriónico y retorcido compañero. Durante el rodaje de una de sus últimas películas por poco llegan a las manos, y en la preparación de un nuevo guión Lewis reduce el papel de Dean a apariciones breves. Es el fin de la relación, no volverán a hablarse.

Jerry Lewis relanzó su carrera de cómico tras el divorcio con Dino. Tenía preparada una traca como venganza final. En la que es su mejor película, El Profesor Chiflado (The Nutty Professor, 1963), Lewis hacía una desgarradora y cruel parodia de su compañero al transformarse mediante una poción mágica en un hombre hermoso y despreciable, que además cantaba a lo crooner. Fue el último coletazo que demostraba el rencor escondido en el cómico. Dean se limitó a ignorarlo. De todos modos la carrera de Lewis nunca pasó de ahí. Su otra gran comedia tuvo que recurrir al modelo de chico feo gracioso - chico guapo soso que habían explotado Lewis & Martin. Se trata de Boeing Boeing (Boeing (707) Boeing (707), 1965) en la que Tony Curtis sustituía a Dean. Mientras tanto Dean tuvo una carrera exitosa a nivel musical y una carrera cinematográfica con algunos aciertos, como su participación en películas de Vincente Minelli (Como un Torrente en 1958), Howard Hawks (Rio Bravo en 1959) o Billy Wilder (Bésame, Tonto en 1964), apoyado entre otros por la Mafia y Frank Sinatra.

Y fue precisamente Sinatra, en su infinita intención de meterse en problemas que ni la van ni le vienen, el que intentó reunir a la pareja. Irónicamente dijo que por el trabajo hecho merecía el Nobel de la Paz del año. Fue en 1976 y realmente no logró gran cosa. Los juntó por sorpresa en una fiesta, y ambos, con cámaras por testigos, no sabían qué hacer ni qué decir, la tensión y la incomodidad era lo único que compartieron esa noche. Años después Lewis intentó que Dean participara en uno de sus festivales benéficos anuales por la atrofia muscular. Martin aceptó ir a una cita. Y nunca se presentó. Lewis aún tendría algo que decir a nivel artístico, por cierto, una especie de canto de cisne en forma de una maravillosa comedia negra. Interpretándose a sí mismo (con el nombre de Jerry Langford) Lewis hizo el mejor papel de su carrera en la obra incomprendida de Martin Scorsese El Rey de la Comedia (The King of the Comedy, 1982), donde era acosado por Robert De Niro en uno de los mejores papeles de su brillante carrera, el del psicópata en potencia Rupert Pupkin. Es urgente rescatar esta joyita de la comedia, incomprendida en su tiempo y después de su tiempo. Bueno, eso es todo. Lo he hecho Jerry. Ya estás vetado en mis cenas. Ahora abandona mis sueños y vuelve a dejar sitio a Kim Novak con la que tengo experiencias mucho más constructivas...

EL TERROR TIENE FORMA DE PAYASO

Al escritor de best sellers de terror Stephen King le preguntaron en una ocasión cuál era para él la personificación del terror. La respuesta fue reveladora: Ronald McDonald. El payaso encargado de deformar la figura de millones de niños en todo el mundo a través de sus prefabricadas hamburguesas recibió ese raro honor. Y no es extraño, ya que muchas personas nos sentimos perturbadas cuando vemos sonreír a un payaso. Tal vez no podamos evitar preguntarnos de qué demonios se ríe. Tal vez dudemos de que conserve su sonrisa tras la máscara. O que la sonrisa que tenga no sea precisamente amistosa... Probablemente el halo amargo y contradictorio que acompaña a los payasos es algo que debemos a la ópea italiana y al personaje de I Pagliacci, que con el tiempo ha adquirido tonos más siniestros. De algún modo por ser un elemento que toca nuestra etapa más frágil y posibilitadora, la niñez, la figura del clown ha conseguido esa habilidad de despertar en muchos de nosotros terrores irracionales e infantiles.

El propio Stephen King exploró el terror a los payasos en una de sus obras más inquietantes, It. La novela tuvo una pésima adaptación al cine (imagen superior) con reparto televisivo. Y es algo general decir que las películas de terror con payasos son series B de corte muy pobre o películas gore sin ningún interés real para los amantes del género. La más destacada de las películas del género tal vez sea la rara y divertida Payasos Asesinos (Killer Klowns from Outer Space, 1988) donde los payasos eran además alienígenas. Otros títulos, como Dead Clowns (2003) o Fear of Clowns (2005), que tuvo una secuela en 2007, no merecen ni un visionado.

Pero si hay un medio que ha logrado adaptar con brillantez la figura del payaso con toda su complejidad es la televisión a través de la serie de animación por excelencia, los Simpson. La figura de Krusty el Payaso, un clown televisivo borracho, especulador y narcisista, arisco con los niños y tirano con sus subordinados, representa como pocos personajes la ambigüedad de los payasos. El personaje bebe también del siniestro Ronald McDonald, y de hecho tiene una cadena de restaurantes, entre otros muchos negocios de muy dudosa procedencia. El personaje ha protagonizado alguno de los populares episodios de Halloween, dejando salir el lado más macabro de la serie.

Por si esto fuera poco la serie nos ofrece a otro payaso siniestro en la figura del villano por excelencia, alter-ego de Bart en la serie, el maquiavélico, intelectual y refinado psicópata Actor Secundario Bob. El personaje ha protagonizado numerosos planes de aniquilación, convirtiéndose en uno de los más populares secundarios del show.

Otro medio que ha sabido explotar la figura del payaso siniestro ha sido el cómic a través de la figura del Joker, némesis del caballero nocturno, Batman. El personaje fue ideado por el creador del cómic, Bob Kane, en 1940, inspirándose en la película The Man Who Laughs (1928), una película muda realizada por el director expresionista Paul Leni. La película es un melodrama basado en la obra de Victor Hugo, pero la imagen terrorífica de la sonrisa desencajada del protagonista (foto inferior) sirvió para definir al payaso del crimen más popular del cómic. El Joker era el contrapunto perfecto del siniestro Batman, un arlequín colorido que mostraba un lado siniestro y extremadamente psicópata. En sus orígenes el personaje era muy oscuro, un asesino macabro que fue virando en los 60, a través de los comics y la popular serie de Tv Batman hacia un bromista guasón y pesado.

Es en los años 80 cuando el personaje recupera todo el terror de sus orígenes, gracias a obras tan destacadas como La Broma Asesina, probablemente la obra maestra del personaje, una joya a cargo de Alan Moore y Brian Bolland. Tim Burton optó por llamar a Jack Nicholson para interpretar al personaje en su adaptación cinematográfica, una opción acertada dada la especialidad del actor en personajes desquiciados, aunque Nicholson no daba del todo el aspecto físico del Joker. Christopher Nolan ha optado por su parte por cuidar más la imagen (y posiblemente menos el fondo) al contratar al fallecido Heath Ledger para el que será uno de los blockbusters de este verano, Batman: The Dark Knight.

Y hemos dejado para el final lo más terroríco, la realidad. Hablamos de John Wayne Gacy, también conocido como Pogo o el payaso asesino. Este siniestro asesino en serie mató a 33 personas, de las cuales se encontraron 28 cadáveres, de entre 9 y 20 años. Gacy era un ciudadano ejemplar, un hombre de negocios amante de su familia que dedicaba su tiempo libre a amenizar a los niños hospitalizados disfrazándose de payaso. Llegó incluso a presentarse a concejal, pero el hecho de que una de sus víctimas sobreviviese hizo que se descubriera el macabro secreto de Gacy, quien abusó sexualmente de 33 jóvenes y niños para después matarlos y acabar enterrándolos. En 1978 confesó sus crímenes.

Gacy fue ejecutado en 1994, durante el tiempo que pasó en prisión pintó numerosos cuadros de estilo naïf, siendo uno de sus motivos más repetidos el de payasos. Tras su muerte sus cuadros fueron subastados, y como suele ocurrir en estos casos macabros el asesino encontró un pequeño culto de admiradores, que cada año celebran su ejecución con camisetas y fiestas. También existen películas basadas en la vida de Gacy, el telefilm To Catch a Killer (1992) y la más reciente película Gacy (2003), así como diversos grupos musicales que han rendido su particular culto al payaso del terror a través de canciones y otros bizarros homenajes.


EUROPA

Vivo en un lugar llamado Europa. Es un lugar construido gracias a matanzas y expolios en todas partes del mundo. Es un lugar viejo y decadente, que bebe de viejos imperios y la sangre de millones de almas inocentes. Es un lugar hipócrita, capaz de organizar una forzada alianza en base a intereses económicos para escupir después sobre los más básicos derechos humanos. La cuna del colonialismo, el genocidio y las cámaras de gas. Hoy ser inmigrante en Europa es un delito. Intentar salir de uno de los países expoliados y demacrados por los europeos es un crimen. Huir de un lugar empobrecido por los europeos, violado, torturado y quemado a lo bonzo por los europeos es un pecado. Los nuevos napoleones, los nuevos hitlers, proponen criminalizar la inmigración ilegal. Encerrar a un ser humano por el simple hecho de no tener un papel. Por el simple hecho de no haber podido elegir el lugar en el que nació. Por el simple hecho de no ser uno de los sagrados expoliadores. Mira a tu vecino. Sospecha de él. No es uno de los tuyos. No es un descendiente de los exclavistas, como tú. Gobiernos ultraconservadores como el italiano proponen leyes inhumanas y el parlamento europeo se plantea endurecer leyes injustas. Y gobiernos socialdemócratas, como el español, crean los futuros campos de concentración. En esto sí se ponen de acuerdo. Los pequeños napoleones con Barbie al hombre como Sarkozy, los Duces mafiosos con lifting a lo Berlusconi, las nuevas damas de hierro con esvástica en el cerebro a lo Merkel, todos de acuerdo. La estupenda película de Alfonso Cuarón Hijos de los Hombres nos da una pista de hacia dónde van a ir los tiros, celda en los andenes y barrios de contención... Europa, tierra soñada, paraiso de libertad y cuna de las guerras mundiales, único momento, por cierto, en que los países subdesarrollados pudieron explotar sus materias primas sin intervención foránea. Europa, sigue pisando y sigue mordiendo, porque lo duro pierde. El agua gana a la roca. Y hay europeos que no están dispuestos a seguir criminalizando la vida. Y muchos inmigrantes necesitan no seguir el juego ni perder sus valores para sumirse en el mundo gris de los europeos. Necesitamos lo mejor de cada mundo para dar una respuesta a su juego de apisonadoras y muerte.

PROG ROCK IV

En los grupos de Rock Progresivo todo era grandioso (a menudo grandilocuente, para que nos vamos a engañar). Si la música conseguía capturar a las audiencias, llevándolas a un mundo de sonidos desconocidos, sus espectáculos debían ser igualmente mastodónticos. Utilizaban espectáculos de luces, hielo seco, decorados tridimensionales, escenarios giratorios, disfraces y voltajes contundentes para dejar a su público con la boca abierta. La frase de la época es “no se vayan todavía que aún hay más”. Eran tiempos de un Peter Gabriel haciendo teatro, disfrazado y convertido en personaje de Lewis Carroll, de un Keith Emerson torturando su hammond y tocando un ¡piano volador!, de unos Pink Floyd con proyecciones alucinógenas y un Robert Fripp haciendo solos que llevaban al éxtasis o al aburrimiento. Eran tiempos de carpetas de discos fastuosas. De artistas que evolucionaron la imagen del Rock y el concepto de lo que era una portada de un disco, tiempos de las maravillosas y evocadoras portadas de Roger Dean para Yes, de los geniales diseños de Hipgnosis para la discográfica Harvest, de H.R. Giger ilustrando una portada de Emerson, Lake & Palmer. Eran tiempos de directos dobles, en ninguna otra década aparecieron tantos, triples y hasta cuádruples. Eran tiempos de temas de veinte minutos, de músicos autodidactas tremendamente imaginativos. Tiempos de excesos…
Los grupos ingleses fueron sin duda los más imaginativos y los pioneros del género, los que aportaron más fecundas ideas al nuevo estilo. Si bien la psicodelia nació en EEUU, el Rock Progresivo como concepto y movimiento musical nace en Inglaterra. Los pioneros del género son grupos de pop ingleses, cuyo acercamiento a arreglos más elaborados los coloca como punta de flecha del nuevo germen; tanto los grupos consagrados que dieron un paso hacia la experimentación, como es el caso de Cream, The Pretty Things o los Traffic de Steve Winwood, o los grupos que surgen ya con esa inquietud de explorar por nuevos caminos, como The Nice, The Moody Blues o Procol Harum.
Los cinco nombres fundamentales, los grandes grupos del Rock progresivo, son ingleses: Yes, Pink Floyd, Genesis, King Crimson y Emerson, Lake & Palmer. Pero muchos más surgieron a la sombra de aquellos: Atomic Rooster, Renaissance, Gentle Giant, Van Der Graaf Generator, Caravan… La lista sería interminable, pero ellos son los más destacados de un género que representó sus excesos más vergonzantes a mediados de la década. Soy un gran admirador de Rick Wakeman, pero he de admitir que su idea de hacer de la leyenda del Rey Arturo un espectáculo de hielo es demasiado incluso para mentes tan retorcidas como la mía. Poco aportó EEUU al Rock Progresivo, como excepción podemos nombrar a algún grupo americano, como Vanilla Fudge o Spirit, o, al gran inspirador que fue Frank Zappa, que sin ser un artista progresivo supo como nadie fundir esos dos mundos, el rock y el clasicismo, en un mundo musical sin precedentes. Sin duda, una de las imaginaciones más fecundas e influyentes del siglo, y el único artista americano que fue un referente notable para el género.

Zappa fue un referente sobre todo para los músicos de otros países europeos que comenzaron a desarrollar su propia visión del Rock Progresivo, fundiéndola con sus tradiciones musicales y enriqueciendo el mundo Progresivo hasta límites insospechados, con mucho de talento y prácticamente nada de olfato comercial. Puede que debido a las raíces musicales europeas, el Sinfonismo arraigó con fuerza en multitud de países europeos, dando lugar a grupos muy notables en países como Italia (Banco, Premiata Forneria Marconi, Le Orme), Francia (Ange, Lard Free, Magma), Suecia (Samla Mammas Manna), Holanda (Supersister, Focus), Dinamarca (Savage Rose), Grecia (Aphrodite’s Child)… pero si hay un lugar en que lo Progresivo alcanzó un status notable fue en Alemania, donde se convirtió en una forma de expresión autóctona con un nombre peculiar: Krautrock. Esta es su historia… Por algún extraño motivo a varios músicos de Alemania, Austria y Suiza se les ocurrió la genial idea de darnos clases de historia, biología, astronomía, e incluso geología a través de pesadísimos discos conceptuales de Rock Progresivo. La etiqueta que englobó a semejante torrente creativo se denominó Krautrock y si algo hay que admirar de estos “genios” es el tesón con el que pretendían unir conceptos tan apasionantes como el virtuosismo instrumental, el espacio exterior, la música electrónica y Wagner. A finales de los años 60, después de dos décadas en que la música americana había dominado totalmente el ocio de millones de alemanes debido a la semicolonización que sufrió el país con la instalación de bases militares norte americanas tras la II Guerra Mundial y en un periodo en que todo lo puramente germánico era asociado con el nazismo, algunos grupos empezaron a dotar de personalidad propia, es decir, de espíritu alemán, al rock’n’roll. Lo hicieron principalmente a través del sonido que ofrecían los nuevos teclados moog y los sintetizadores. Un sonido solemne, barroco y grandilocuente que se ajustaba perfectamente a la tradición musical de este país. El primer indicio público de que las cosas estaban cambiando fue la aparición en 1968 de dos grupos alemanes en el Festival Essen Song Tagen (dominado tradicionalmente por grupos americanos), eran Tangerine Dream y Amon Düül. En los años siguientes dos sellos, Ohr y Brain, editan discos de nuevos grupos como Ash Ra Temple, Embyo, Guru Guru, Cluster o Neu, y en 1972 ya se había publicado la increíble cifra de 500 discos de rock alemán. Muy pronto todas las grandes multinacionales quisieron contar en sus filas con algún representante del Krautrock y grupos como Passport, Can y Kraftwerk se lanzaron a nivel internacional. La invasión había comenzado.