
La carrera de Vian no estuvo exenta de escándalos. Debía ser así ya que hablamos de un hombre adelantado a su era, un revolucionario que aspiraba a una sociedad más avanzada, lejos de lo marchito y lo duro, de lo acartonado y lo rancio. Publicó varias de sus novelas noir bajo el seudónimo de Vernon Sullivan. Su primera obra, Escupiré Sobre Vuestra Tumba, era una crítica al racismo. Contaba la historia de un negro de piel clara que venga la muerte de su hermano a manos de unos racistas. Vian aparecía acreditado únicamente como traductor de la obra. La fama del libro fue enorme y se creía que era un negro estadounidense el autor. Cuando se supo que un joven francés era responsable de semejante thriller salvaje y políticamente incorrecto se armó un auténtico escándalo y se condenó a Vian y a su editor por "ultraje a la moral y a las buenas costumbres". Finalmente el proceso judicial quedó en nada y Vian se convenció de que podía vivir de su obra literaria. A éste le siguieron otras joyas llenas de humor surrealista y una forma de narrar anárquica y pendenciera como Que Se Mueran los Feos, Con Las Mujeres No Hay Manera o El Otoño en Pekín. También una de sus mejores obras, la estupenda La Espuma de los Días, o la recopilación de cuentos El Lobo Hombre, una joya de la literatura tan estimulante para el intelecto como deliciosa para el paladar. Al menguarse sus éxitos literarios probó con otras artes, compuso una ópera, editó un disco y se fue de gira, recibiendo fuertes críticas por una de sus canciones, El Desertor, en la que animaba a no cumplir el servicio militar, e incitaba al presidente a que lo hiciera él mismo. Eran tiempos de colonialismo en Argelia y la canción pacifista de Vian fue recibida con fuertes críticas. En los 50 pasa a ser director artístico de la compañía Phillips y actúa en varias películas. Finalmente su corazón se apagó, había vivido deprisa, exprimiendo todo lo que pudo de una existencia epicurea y fascinante. Se había reído de la muerte y había desafiado los tópicos y las buenas formas. Había inmortalizado su obra antes de morir, y le esperaba el Olimpo. ¡Salve Boris!

3 comentarios:
Pues la verdad es que a mi no me importaría haber compartido una cena con Boris. Es un tipo la mar de interesante. ^^
Yo lo invitaría a cenar sin dudarlo!, cazaríamos anguilas en la canilla del baño e intervendríamos en una pelea entre tres salchichas negras.
yo también lo invitaría. Discutiríamos sobre metaplasmos
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